domingo, 8 de enero de 2012

LA CRISIS NOS PONE "DE LOS NERVIOS". Diego Álamo Felices. Abogado.



La dureza de la crisis económica que estamos padeciendo, no solo golpea de manera inmisericorde nuestros bolsillos, sino que también nos afecta, de modo indiscutible física y emocionalmente. Nos habíamos acostumbrado a pensar, que la vida consiste en el crecimiento económico constante, a que nuestro piso valía tres mil euros más cada mes y claro el aterrizaje ha dañado el fuselaje.
Ya da igual que la crisis sea planetaria o específica, generada por los sistemas financieros de algunos países o que llamativamente, muchos que no sabían hacer la o con un canuto, hayan contribuido a inflar la burbuja inmobiliaria, vendiendo fincas a diestro y siniestro para lucrarse “en el pase”. Ahora toca decir cómo nos sentimos.
Pues bien, la incertidumbre invade nuestro sistema nervioso y nos pone en constante estado de alerta. No sabemos cuando esto acabará y si nuestro plan de vida se habrá alterado radicalmente. Esto nos impide relajarnos, interfiere en nuestra capacidad de trabajo, en nuestra manera de relacionarnos con los demás y de disfrutar de nuestro tiempo libre. Además debilita nuestras defensas y nos hace más vulnerables y proclives a las enfermedades.
Cuando atravesamos por una adversidad, siempre ayuda a sobrellevarla, el pensar que es un inconveniente pasajero. En la crisis no podemos asegurar el tiempo de duración del viaje, pues ciertamente que no se sabe lo hondo que es el agujero y no nos deja de abrumar, el sentir que somos víctimas de algo sobrevenido, inmerecido, injusto.
En fin, ya estamos ante una experiencia larga y penosa, que socava nuestra confianza, las relaciones humanas, la esperanza en que habrá solución. Ahora solo somos supervivientes con una tarea ineludible: superar el estancamiento, la recesión y adaptarnos a la nueva realidad que se está construyendo.



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