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Por Fran Montoya Batlles |
Vivíamos en la abundancia prestada, con niveles de endeudamiento que ni se pronunciaban y al que osaba hacerlo "martillo en la cabeza", pues suculenta tarta no podía romperse, la tarta, se abrió por una esquinita y el descalabro fue monumental, pasaron tres años y de la tarta queda poco, pues lo que queda está a buen recaudo, que tenemos ahora: una "economía de guerra" al más puro Western Almeriense. Lo de las Pymes y los Autonómos en plan supervivencia en esta tierra bien merecería una medalla al mérito empresarial, por la perseverancia de muchos de ellos, naufragando en liquidez y a la deriva, se mantienen, como buenos marineros y patrones. Ánimo ya queda menos, al parecer, dicen los optimistas.
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