Licenciado y Máster en Derecho por ESADE.
Tanto mi hermano, Héctor, como yo hemos nacido rodeados del ambiente que supone que la empresa y la familia sean un “totum rebolutum“, que las comidas y cenas sean las sesiones del consejo de administración, que el despacho sea el lugar perfecto para que mamá te repase el pelo antes de irte al cole.
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En esa atmósfera solo habían dos caminos posibles, el primero, que odiáramos con todas nuestras fuerzas el mundo empresarial, el otro, que no pudiéramos vivir sin él. Parece ser que ha sido el segundo camino el que hemos tomado, hemos seguido el modelo. Ello no nos aporta más probabilidades de éxito que aquel emprendedor que inicia una saga de empresarios, lo que si nos aporta es una imagen en la cual queremos vernos reflejados, un espíritu de lucha incansable.
Hace aproximadamente seis meses, mi hermano, me propuso estudiar un nuevo proyecto.Tratar de arrancar una nueva empresa. Sí, ahora, olvidándonos de crisis, tasas de paro, rescates, cierres del crédito… fijarnos una meta e ir a buscarla. Nosotros creemos que podemos llegar. Está claro que el “no” -la idea no funcionará- ya lo tenemos, así pues, ¿Qué podemos perder?
Poco a poco, y después de apartar el prejuicio de que mi hermano pequeño sea quien descubra la “gran idea” -¿por qué no le hice caso antes?- nos sentamos a hablar. Sí, realmente parece que hay una oportunidad de negocio y que podemos hacer algo. Así pues, quizá tengamos el cemento –un problema del mercado y una solución-, podríamos buscar el agua para empezar a preparar los cimientos.
Mi hermano, buen cliente de los clubs de venta privados, había detectado unas cuantas incomodidades a las que una persona como él –no muy dada a eso de dar la vuelta cuando puede saltar, siempre que no sea muy alto, claro- debía darle una solución. Cambiar el modelo de operativa, implementarlo.
Así es como ha empezado una aventura, la de emprender. Estamos en medio del mar, nadie nos ha dicho como va a ser esto, si estamos en las pacíficas costas del Mediterráneo, en los rompientes del Cantábrico o en la inmensidad del Atlántico. Sea como sea, vamos a remar. Por ello, porque la travesía se puede hacer más cómoda si sabes cómo han remado otros antes -tanto si han llegado a una playa virgen como si han varado en las costas del Sáhara sin agua-, queremos compartir con vosotros nuestro camino.
Semanalmente, os explicaremos cuáles son nuestros éxitos y fracasos, los pasos que vamos dando y, finalmente, os desvelaremos el proyecto, tanto si es un éxito como no. Os empezamos enseñando la argamasa, esperamos ver el edificio.
Así pues, pretendemos que esto sea una ayuda, al menos una inyección de moral, para que aquéllos que están en nuestra situación, perdidos pero con mucha ilusión, no se sientan solos en la travesía.
Licenciado y Máster en Derecho por ESADE.
Certificate on Transnational Legal Studies
Fuente: http://www.eureka-startups.com/blog/2013/01/21/papa-microempresario-mama-microempresaria/