martes, 9 de abril de 2013

El Loser, sus habituales (6): cuestión de espejos


Por Juan Fernández Herrezuelo. Autor de la novela "El veneno de la fatiga" y de los volúmenes de relatos "Desde el lugar donde me oculto" y "Pasadizos".


Hay quien dice que la más precisa imagen del perdedor que hay en las paredes del Loser no es un afiche sino una acusación y está colgada en los aseos, sobre el lavabo. De más está decir que el encuentro se produce en la más estricta intimidad: apenas se cierra la puerta, él o ella se quedan a solas con esa especie de encarnación especular de su otro yo, esa otra personalidad secreta para todos que de pronto se hace presente como una mala conciencia o un bufón triste o un espía fingiendo indiferencia (o de pronto desbaratándola para mirar de frente). Lo que sucede entonces, sobre todo si él -o ella- ha bebido un par de copas de más, no es difícil de imaginar; al fin y al cabo también el barman ha tratado de encontrar más de una vez alguna respuesta en sus propios ojos: te acercas a esa cara oculta de ti mismo que es convocada por los espejos, ese ser que siendo tú es otro y no es del todo creíble cuando parece moverse, oscurecido por el azogue, al tiempo que tú lo haces, que te intriga con cierta identidad propia, cierta personalidad al margen de ti, a veces burlona y a veces severa, y en no pocas ocasiones te sorprende con una mueca, una mirada un poco perdida, un visaje extraño y a todas luces exagerado después de tanto disimulo ahí afuera, en la barra (si es que realmente sigue habiendo una barra ahí afuera)...